Las mujeres tienen menos hijos en todo el mundo. Hace 50 años, una mujer tenía como promedio unos cinco hijos; hoy, menos de tres. Al reducirse el tamaño de la familia, aumentan las probabilidades de no tener hijos varones. Aproximadamente uno de cada cuatro progenitores con dos hijas, por ejemplo, puede recurrir a la selección del sexo con sesgo de género para no tener una tercera niña. Este fenómeno, conocido como “restricción de la fecundidad”, es más frecuente en países donde se aplican políticas de planificación familiar que restringen el tamaño de la familia a un máximo de uno o dos niños, pues los progenitores no son libres para tener tantos niños como sea preciso hasta tener un varón.
En China, por ejemplo, la política nacional de planificación familiar anterior a 2015 autorizaba a los progenitores del medio rural a tener un segundo hijo solo si el primero era una niña. Algunas de estas parejas, que ansiaban un varón en lugar de una segunda niña, recurrían al aborto en función del sexo del feto.
A raíz del aborto en función del sexo del feto, la relación entre varones y mujeres se inclinó cada vez más en el país en favor de los primeros. Alarmadas por la situación, las autoridades prohibieron las pruebas prenatales para determinar el sexo en 1987, y en la década de 1990 se llevaron a cabo campañas de concienciación sobre los peligros de la escasez de niñas. Pese a todo, el desequilibrio siguió aumentando. En 1994, nacían 115,4 varones por cada 100 niñas.
Fuente: (Jayachandran, 2014; Guilmoto, 2009): , (Ebenstein, 2010)